miércoles, 5 de agosto de 2009

Fic del torneo

Los personajes son originales, los creé yo. Me gustaría que me pidiesen permiso si piensan utilizarles.

Espero haber hecho un buen trabajo en este torneo de fics, al menos hice mi mejor esfuerzo.

El doble espacio fue intentando que se completasen, el cuaderno al parecer no tiene la extensión de una cuartilla de Word. Lo tomaré en mente la próxima vez...

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Despedida jamás ocurrida, reunión inesperada

Ha terminado la noche de graduación de la escuela preparatoria Adela Navarro Bello, un baile tradicional se realizó en el salón de usos múltiples ubicado dentro de la institución, que es donde nuestros protagonistas Fernando Rodríguez y Ximena Saldaña estudiaron el nivel de bachillerato. Todo el curso fueron novios y ahora él buscaba probar suerte en la UNAM, la cual está en la capital del país, por ende sus impulsos les guiarían a tener una despedida poco convencional…

Ellos se escondieron en un aula del piso inferior, donde no hubiese absolutamente nadie para percatarse de sus acciones, pues deseaban que su último momento juntos fuese una aventura inolvidable.

Ingresaron al salón de clases 1-A, sin encender las luces del mismo, ahí se mencionaron palabras afectuosas, “te amo”, “no podré vivir sin ti” y derivadas, mientras se quitaban la ropa.

—Fernando…— suspiró la chica.

—Te extrañaré tanto, Ximenita…— gritó él.

—Deséame, te necesito—. Le siguió ella.

Al estar completamente desnudos se contemplaron uno al otro. Ximena se sentó en el escritorio esperando a Fernando, quien poco a poco se acercó hacia ella hasta besarla y, a su vez, causar el coito. Esto le provocó un dolor terrible a la muchacha, pues él en lugar de tener cuidado, ingresó de golpe.

—Perdóname, yo… no sé qué me está pasando…— suplicó el muchacho. —No puedo controlarme…

La ex alumna sentía dolencias graves, pudo sentir que el acto sexual incluso le llevó a una hemorragia; sin embargo su novio continuó como si de un abuso se tratase mientras ella sollozaba y, en su mente, suplicaba que termine pronto, pues conforme pasaban los segundos era peor.

—Detente, por favor, ¡no lo soporto, me duele!— exclamó Ximena, cosa que fue indiferente para el hombre, quien prosiguió incluso más rápido hasta que al fin logró su objetivo.

Al separarse, Fernando la ayudó a vestirse, pues Ximena sentía un dolor muy fuerte e incluso llamó a la Cruz Roja, pues al fin vio la sangre tanto en su cuerpo como en el de ella.

La acompañó hasta el hospital, donde le hicieron los análisis y cuidados pertinentes y, a la vez, llamaron a sus padres. Ese momento fue el último en el que la podría ver en el resto de su vida…

Recordar este suceso ha sido muy duro para él, pues su impulso pudo. ¿O acaso era eso lo que él deseaba? ¿Añoraba el cuerpo de su novia y no tanto su amor? Se ha hecho repetidamente esta y muchas más preguntas, al menos lo hizo durante el tiempo en que se dirigió al aeropuerto para realizar la prueba de admisión para el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.

El examen fue un rotundo fracaso, no consiguió el puntaje necesario para ingresar a la universidad y no le quedó más opción que volver a Tijuana. Nunca más tuvo el valor de hablar con Ximena y, en cambio, intentó conciliarse a sí mismo de otra manera.

Su solución temporal fueron una serie de encuentros sexuales con una mujer tras otra, en cada una sintiéndose peor que con la anterior, hasta que su depresión fue tal que le fue imposible volver a tener una erección…

Eventualmente Fernando ingresó a la Universidad Autónoma de Baja California en el ciclo escolar 2006-2, para la carrera de Licenciado en Contabilidad. Allí comenzó a enfocarse en sus estudios y, pese a ser agraciado físicamente pues era moreno claro, delgado e iba al gimnasio de vez en cuando, no deseaba atraer a sus compañeras. Paradójicamente, éstas se dirigían a él y en consecuencia se hizo de muchas amigas, mas su desinterés no dejó de mostrarse.

Luego de cuatro años consiguió graduarse con un buen promedio y, gracias a su padre, consiguió trabajo inmediatamente en un despacho contable en el cual trabaja un amigo de la familia. Parecía haber realizado su vida, incluso consiguió un representado al cual manejarle sus finanzas ante Hacienda. Mejor imposible…

¿O no?

Al menos eso pensó antes de que la oficina comenzase a crecer, pues ya fue necesario contratar a una secretaria y él no esperaba a quien cruzaría esa puerta.

—Ella es Ximena Saldaña, tiene veintitrés años y es graduada en Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Baja California—. Presentó el propietario del despacho a una mujer.

Ella es de cabello teñido rubio, ojos azules cubiertos por anteojos, tez blanca y de estatura mediana. Tímida, saludó a los dos contadores que trabajan ahí además de quien la contratara.

—Bienvenida al equipo—. Comentó Fernando, en un tono relativamente frío.

Comenzaron a pasar días, meses e incluso años desde la formación de este equipo de trabajo. Eventualmente llegaban los viajes de negocios para el dueño, diferencias entre empleados y llegó al grado de que Pérez y Asociados fue acusada de machismo por grupos feministas, pues la única dama trabajando allí desde la consolidación del despacho ha sido Ximena.

Han pasado cinco años desde que el protagonista trabaja allí, y este día recibió una noticia que en su vida hubiese esperado…

—¿Fernando, harás algo esta semana?— preguntó el patrón, quien es de cabello y ojos negros y tez blanca.

—En realidad no, señor Pérez, ¿qué pasa?— dudó el ahora veinteañero.

—Tengo una conferencia en la Ciudad de México y en sí debo hacerla en distintos lugares, pero ha surgido un problema y me es imposible viajar—. Explica el dueño.

—¿Qué tiene que ver eso conmigo?— cuestionó el empleado.

—Necesito que tú y Ximena vayan en mi representación—. Respondió Ramón Pérez.

—¿Qué…? Espere creo que escuché mal—. Dijo sorprendido Fernando.

—No escuchaste mal, Rodríguez, ella y tú irán a México este mismo sábado y espero que hayan buenas noticias—. Aclaró aquél. —De no ser así tendré que despedirte a ti porque si le hago eso a ella entonces las feministas me van a traer a palos por el resto de mi vida.

Resignado, el joven adulto aceptó, refunfuñando, la “sugerencia” de su superior; posteriormente se dirige a la susodicha, quien apenas le asiente renuentemente. Llegado el día pactado, ambos partieron hacia la capital.

Durante el vuelo e incluso en el hotel, Fernando no dejó de ver a Ximena, quien intentaba no corresponderle, lamentablemente para ambos no había sofá ni silla para dormir separados, tuvieron que hacerlo juntos…

—No pienses en tocarme, ¿de acuerdo?— exigió la mujer.

—Créeme que aunque quisiera, no podría hacerlo—. Lamentó él.

Ella no pudo evitar sentirse extrañada ante esa respuesta, mas no le dio importancia alguna y sólo guardó sus lentes en un estuche para, inmediatamente, conciliar el sueño. Su compañero de cuarto hizo lo propio al cerrar sus ojos.

Al finalizar la última conferencia, ambos estaban dispuestos a empacar para volver a Tijuana cuando, de repente, a Ximena le entró algo de curiosidad.

—Disculpa por la pregunta pero… ¿por qué dijiste que no podrías hacerme nada?— preguntó.

—Algo que me sucedió en preparatoria… nada importante—. Contestó el moreno.

—¿Qué te pasó? Si se puede saber—. Continuó dudando la de cabello teñido.

—En la noche de graduación llevé a mi novia a un salón de clase…— relató él. —No sé qué me sucedió, pero yo sólo quería mostrarle lo que sentía por ella y que la extrañaría… y terminé violándola.

—Pero te escuchas arrepentido—. Interrumpió Ximena.

—A la fecha lo sigo estando, eso me deprimió—. Prosiguió Fernando. —Fui a Monterrey para hacer el examen de admisión de su escuela más prestigiada, el Tec. Incluso allí fracasé y terminé un año sin estudiar. Después de eso me conciliaba a mí mismo ligando a la mujer que se dejase… tuve muchas “aventuras sexuales”, pero nada me hizo olvidar lo que le hice a Ximena…

—Espera…— intentó cortar el relato ella.

—Eventualmente mi depresión llegó a tal grado, que terminé con incapacidad de tener una erección—. Concluyó el joven.

—En la prepa tuve un novio llamado Fernando—. Explicó la de ojos azules.

—¿Qué…?— se sorprendió el moreno. —¡Mi novia se llamaba Ximena Saldaña, al igual que tú!

Lo descubrieron: ambos estuvieron juntos todo este tiempo y luego de una larguísima disculpa, ella le acarició entre sus piernas al hombre, provocándole excitación por primera vez en muchos años…

—Quiero empezar de nuevo, Fer—. Pidió Ximena. —Nunca te odié por lo que pasó, y sólo quisiera estar contigo…

Él la besó mientras la acariciaba y jugaba con sus senos, hasta que ambos se animaron a desnudarse.

Fernando, al contemplarla desnuda, le correspondió besándola mientras, suavemente, unían sus cuerpos al fin. Esta ocasión él se movía lentamente, provocándole a Ximena olvidar el dolor poco a poco y sustituirlo por goce. Ella le sonreía y le pedía entre sus agitados respiros que la amara como lo hiciera en su tiempo.

Al finalizar el coito ellos entendieron la gran diferencia entre el sexo y hacer el amor… se cuidaron y se preocuparon por cómo se sentiría el otro…